Blancas montañas de sal: Las minas de Pilluana
Las minas de sal, o domos de sal, fueron lugares a donde llegaron personas de sitios muy lejanos de la sierra y la selva, desde las épocas más tempranas. Desde el principio, los grupos humanos han utilizado la sal para conservar y aderezar alimentos, como moneda de intercambio y como medicina. La sal ha sido un producto que ha favorecido que la región de San Martín fuese zona de intercambios y tránsitos entre distintos grupos y sociedades a lo largo de los siglos. Fue responsable del eje de comunicación cultural que salía de Chachapoyas, atravesaba San Martín por Moyobamba y Lamas, y llegaba a Balsapuerto, en Loreto, a través de Cordillera Escalera. Esta ruta directa se abandonaría después por otras conexiones viales y por el descenso en la actividad recolectora del mineral. La importancia de la sal también llega hasta la Colonia, en la que los jesuitas monopolizaron su comercio durante los siglos XVII y XVIII.
En este departamento encontramos minas de sal en Chazuta, donde se encuentran las de Chipurana y Canallayacu en la que se obtiene sal negra, en la laguna El Sauce, en Santa Elena y en Sacanche. En el límite entre Loreto y San Martín también se encuentra la mina de Cachiyacu –precisamente da nombre quechua al río como agua (yacu) salada (cachi)– que quizá favoreció el asentamiento de grupos que después crearon el monumental arte rupestre que acoge Balsapuerto.
Las de Pilluana, en la cuenca del río Huallaga, ocupan un sistema montañoso completo donde hay identificadas 18 minas distintas. De ellas se extraen hasta tres tipos de sal: rosada, blanca y negra. Para ello, los recolectores trabajan con hachas las laderas de la montaña, sacando bloques de mineral que después, con machete, le dan forma de cachimazos de un 1 kg aproximadamente.
Además de la actividad faunística que se genera en torno a la sal –collpas usadas por mamíferos y aves para desintoxicarse y alimentarse de minerales–, cuando las lluvias lavan Piullana provocan que los ríos colindantes se vuelvan salinos, ocasionando la muerte masiva de los peces y la celebración de los lugareños en torno a la cosecha del pescado. También muchas personas, cuya actividad gira en torno al recurso salino, siguen creyendo, como cuenta el recolector Manuel Tenazoa, en los duendes de las minas, que emiten cantos que pueden provocar debilidad en las personas y que embrujan a los que se quedan trabajando hasta muy tarde con la sal.
Ficha técnica
- Señalización: sí.
- Ubicación: Tarapoto. Kilómetro 580 de la IIRSA Norte.
- Acceso: de Tarapoto se recorren 39 kilómetros hasta Puerto Sangama (40 minutos). De este lugar se toma uno de los botes que hay en el puerto y se cruza el río Huallaga (10 minutos) hasta la localidad de Pilluana. De este lugar hay que viajar en mototaxi (40 minutos) hasta las minas.
- Duración de la experiencia: medio día.
- Servicios de alojamiento: no.
- Servicios de alimentación: no (a solicitud en la plaza de Pilluana).
- Servicios de guiado: sí. Manuel Tenazoa (T. 042637184 / 948263754).
- Ingreso:
- Mototaxi a las minas: 40 soles.
- A las minas: libre.
- Guía: voluntad.
- Tip: Llevar un cachimazo de sal para cocinar o hacer baños en tina.
- Departamento: San Martín.