Difuntos que vuelan en las montañas: Los sarcófagos de Karajía
Los muertos están dentro de cápsulas hechas en barro donde sobresalen caras de tamaño desproporcionado que suelen estar cubiertas de pintura. Se encuentran ubicados en paredes verticales junto a precipicios insondables e inaccesibles. Esto último no se hacía para cuidarlos de saqueadores y huaqueros, sino para que reciban las fresca brisa del viento.
El deseo último de la cultura Chachapoyas para con sus muertos fue la conservación. Parece ser que accedían a estos sitios imposibles de varias maneras: construyendo estructuras a modo de andamios, descolgándose de sogas desde las partes más altas y, como han descubierto recientemente los arqueólogos, creando caminos empotrados en las montañas hasta llegar al lugar elegido para ubicar los sarcófagos que protegen a sus difuntos. No se sabe bien porqué, pero solo se encuentran sarcófagos en la margen izquierda del río Utcubamba y siempre puestos verticalmente. Destacan los que se observan en San Jerónimo y, sobre todo, los de Karajía, los mejor conservados y los más visitados, a los que se accede tras recorrer un bello camino que pasa junto a chacras y casas de campesinos.
Se construían con arcilla, ripio y paja, y tenían alturas que iban de los 60 cm a los 2.5 metros. Dentro solo iba un cuerpo perfectamente cubierto de telas, y acompañado de algunas vasijas, herramientas o alimentos. Todos miran hacia el este y el sitio donde se les ha situado, como también ocurre con los mausoleos, –otras manera de conservar los cuerpos– ha sido especialmente preparado. En ocasiones, las caras de los sarcófagos, conservan una cabeza de menor tamaño que era construida en barro o que podía ser natural, en este caso, el paso del tiempo hizo que solo se conservase el cráneo de la misma.
Los sarcófagos, que también están presentes en otras culturas del mundo, son una manera de intensificar el carácter humano del difunto y el deseo de su permanencia más allá de la muerte. Su ubicación, como decíamos más arriba, estaba muy calculada. Nunca les alcanza la lluvia y, más bien, la cortina de agua que se forma cuando llueve crea unas corrientes de aire que mantienen a todo el conjunto fresco, ayudando a la momificación y la conservación. Además, los rayos del sol tampoco inciden directamente, evitando cuarteamientos de la madera y el barro.
Ficha técnica
- Señalización: sí.
- Ubicación: Luya. Amazonas.
- Acceso: En Pedro Ruiz (km 295 de la IIRSA Norte) se toma el desvío a Chachapoyas. Desde esta ciudad seguimos a Caclic (90 minutos en auto), después a Luya (otros 45 minutos) y de ahí a San Miguel de Cruzpata (unos 90 minutos). Desde este punto comienza una caminata suave de unos 50 minutos para llegar a los sarcófagos.
- Altitud: 2,600 msnm.
- Duración de la experiencia: día completo.
- Servicios de alojamiento: no.
- Servicios de alimentación: no.
- Servicios de guiado: sí (en Cruzpata se puede hablar con algún lugareño).
- Ingreso: libre.
- ¿Qué llevar?
- Gorra.
- Bloqueador
- Agua y snack.
- Binoculares.
- Tip: en Cruzpata es posible alquiler caballos para hacer la caminata.